Quiero agradecer a Monseñor Jesús Zárraga, Asesor Nacional de la RCC y al Comité Nacional de Servicio, por el gesto que han tenido al hacerme partícipe de este espacio tan maravilloso y enriquecedor como lo es el día Nacional de Oración, impartiendo una enseñanza. Les puedo decir que es un honor para mi y desde lo más profundo de mi corazón hago mías las palabras del salmista, Sal. 133: “Vean: ¡qué bueno, qué grato convivir los hermanos unidos!”, porque hoy es un día donde nos reunimos para convivir y compartir nuestra vida como renovados en el Espíritu; por eso la Gloria sea para mi Señor Jesucristo que nos reúne como hermanos. Por otra parte quisiera hacer una confesión pública, ustedes verán si me absuelven, porque la petición que se me hizo sirvió para que retomase el camino que hace algún tiempo comencé dentro de la Renovación Carismática y que, por cuestiones que no viene al caso mencionar, me habían apartado del contacto fresco y siempre alegre con los hermanos renovados de nuestra querida Venezuela. Por ello, tomen esta confesión como la de un hijo que vuelve a la casa del Padre porque el Padre lo ha estado siempre esperando y nunca ha dejado de llamarlo.
*. El lema que este año ha escogido la Renovación Carismática me ha servido como guía para preparar lo que ahora quiero compartir. Como introducción diré que la palabra “forjar” que encabeza el lema tiene un significado que me encontré y es el de “llenar, plenar, saciar”, según el diccionario de la Real Academia Española (RAE); es un significado que se usa en arquitectura, en construcciones, y se dice que forjar es llenar los espacios que van quedando entre las vigas que sostienen la estructura de una construcción. Ciertamente el Espíritu Santo no es un tapa hueco dentro de la Iglesia, no es un añadido, sino que es el que sostiene la misma estructura de la Iglesia, el que le da vigor y la mantiene siempre fresca y fuerte; pero en el “sentido de forjar”
es el único que es capaz de llenar el vacío y la sequedad que pueda
darse en nuestras vidas como cristianos y en nuestros ambientes sociales; el
Espíritu Santo viene con poder a llenar el vacío de nuestras
estructuras sociales, de nuestras instituciones, de tal manera que no
hay un solo espacio en nuestra realidad que Él no pueda llenar. Por eso vamos a grítale al buen Dios en este día nacional de oración, ¡Lléname, lléname, con tu Espíritu; ¡lléname, lléname, quiero estar lleno de tu Espíritu, ¡lléname!. Amen.
*. ¡Forjadores de la Cultura de Pentecostés!!!! Un llamado, una misión, una acción. Comencemos definiendo el término cultura para ir entendiendo su aplicación al evento de Pentecostés. Y, ¿qué es cultura?: El DRAE al definir lo qué es cultura nos dice que es “el
conjunto de vivencias, conocimientos, modos de vida, costumbres,
manifestaciones, en que se expresa nuestra vida, los cuales condicionan y
desarrollan nuestros juicios críticos y nuestras percepciones de la
realidad”. Podemos resumir todo esto en decir que cultura es lo que somos, lo que hacemos y el cómo vemos el mundo.
Por eso cada pueblo, cada sociedad es diferente, hace cosas diferentes y
ve el mundo de manera diferente porque eso es su cultura. Y... ¿cómo aplicar esto al acontecimiento de Pentecostés?, ¿cómo entenderlo en el sentido de cultura?.
Voy a decir algo en lo cual quizás algunos no estén de acuerdo y quizás
lo consideren un disparate, o una exageración, y es que yo creo y
confieso delante de ustedes que “Pentecostés es el culmen de la evangelización de una cultural,... la judía”; y digo culmen porque ya Jesús la había iniciado en medio del pueblo judío y de su cultura religiosa y social. Jesús cambio los modos de vida, las vivencias y las costumbres de una cultura dándoles una nueva y renovada visión del hombre y del mundo; trajo una nueva cultura. Hay un texto bíblico que esta en Hech. 4, 32-35, un texto que el algunas biblias viene titulado La Primera Comunidad Cristiana, y dice: “La
multitud de los creyentes tenía una sola alma y un solo corazón. Nadie
consideraba sus bienes como propios, sino que todo lo tenían en común.
Con gran energía daban testimonio de la resurrección
del Señor Jesús y eran muy estimados. No había entre ellos ningún
necesitado, porque los que poseían campos o casas los vendían, y
entregaban el dinero a los apóstoles, quienes repartían a cada uno según
su necesidad”. Fijémonos que este texto aparece dos capítulos después del acontecimiento de Pentecostés que esta en Hch. 2, 1-13; de tal manera que podemos decir que hay un antes y un después del bautismo en el Espíritu, hay
un antes y un después en nuestra forma de ser, de ver y de valorar el
mundo una vez que hemos experimentado la acción del Espíritu Santo en
nuestras vidas. La regla de oro diría yo de todo carismático, de todo renovado que esta viviendo inmerso en la cultura de Pentecostés es esta: “nunca olvides de donde te saco el Señor y a dónde te ha llevado”
. Por eso somos una comunidad agradecida, somos una comunidad
privilegiada, que alaba y bendice a Dios porque nos cambio la forma de
ser, la forma de obrar, nuestras costumbres, nuestra valoraciones, el
día en que recibimos el bautismo en el Espíritu y aceptamos a Jesús como
nuestro Señor y salvador. Amen!!!
*. Hoy
la Iglesia nos hace un llamado que se convierte en una misión que debe
obligatoriamente desembocar en una acción, y es la de retomar y
actualizar la cultura de Pentecostés.
Porque vivimos en un mundo sin ser de él, carcomido y podrido en sus
estructuras sociales, un mundo que esta dominado bajo la autoridad del
maligno (1Jn. 5, 19) donde lo que predomina es la cultura de la muerte. Voy a tomar las palabras de una gran forjadora de la cultura de Pentecostés, la Beata Elena Guerra, beatificada el 26 de abril 1959 por Juan XIII y proclamada apóstol del Espíritu Santo; en una carta dirigida al Papa León XIII el 17 abril 1895 le decía ella al Papa: “Santo
Padre, el mundo es perverso, el espíritu de Satanás triunfa en nuestra
sociedad pervertida y arranca del Corazón de Jesús una multitud de
almas; y en este terrible estado de cosas los cristianos no dedican
ningún pensamiento a dirigir súplicas unánimes a Aquel que puede
‘renovar la faz de la tierra’... Las personas recomiendan todo tipo de
devociones, pero mantienen silencio sobre esa única devoción que, según
el Espíritu Santo de la Iglesia, debería ser la primera y principal. Las
personas recitan tantas novenas, pero esa única novena, que por mandato
de Nuestro Salvador en persona, fue recitada incluso por la Santísima
María y por todos los Apóstoles, está ahora casi olvidada. Los
predicadores alaban a todos los santos, pero ¿cuándo escuchamos alguna
vez un sermón en honor del Espíritu Santo, Aquel que modela a los
santos? … Por lo tanto, oh Santo Padre, sólo usted puede hacer que los cristianos vuelvan al Espíritu Santo, de modo que el Espíritu Santo pueda volver a nosotros; derrote el reino maligno del diablo, y concédanos la largamente ansiada renovación de la faz de la tierra”.
Hoy quizás la visión que para ese entonces tenía la beata cambiaría,
sobre todo luego del nacimiento de la Renovación Carismática en el año
1967; pero aún hoy, a pesar de toda la trasformación que experimento la
Iglesia con esta corriente de gracia, el Espíritu Santo sigue siendo el gran desconocido
para muchos hermanos hambrientos de Dios y deseosos de cambiar su forma
de vida y de fe. Con el Espíritu Santo pasa como con muchas culturas:
mucho conocimiento intelectual, mucha teoría, mucho hablar, pero poca
vivencia, poca intimidad y quizás hasta miedo. Muchos sacerdotes y
obispos, mejorando los aquí presentes por su puesto, nos hemos atrevido a
cuestionar en muchas oportunidades la forma de ser y de actuar de
muchos cristianos carismáticos, hasta llegar al colmo del rechazo
etiquetándolos de locos y de fanáticos, con cierta mirada muy parecida a
la que le dirigimos a los hermanos cristianos evangélicos. El Espíritu
Santo mis queridos hermanos, sus milagros, sus sanaciones, sus
liberaciones, no son patrimonio exclusivo de los evangélicos; la cultura
y el ambiente que el divino paráclito crea es para nosotros, es nuestro
ambiente, es nuestra cultura, y hoy la Iglesia ha despertado y nos pide
que nos dejemos llenar, forjar, por ese mismo Espíritu que llenó a
forjo a aquellos hombres en el aposento alto el día de Pentecostés; sólo
así podremos instaurar la civilización del amor.
*. Por lo que he estado diciendo hasta ahora, los Forjados por el Espíritu Santo reciben un llamado, una misión
y una acción a ser sembradores de la Cultura de Pentecostés. Por ello,
en cierta ocasión el Beato Juan Pablo II les decía a los hermanos
renovados: “"En nuestro tiempo, sediento de esperanza, den a conocer y hagan amar al Espíritu Santo.
Así ayudarán a que tome forma 'la cultura de Pentecostés'“ la única que
puede fecundar la civilización del amor y de la convivencia entre los
pueblos. No se cansen de invocar con ferviente insistencia: ¡Ven
Espíritu Santo! ¡Ven! ¡Ven!". Y en otra ocasión: “"Gracias al Movimiento Carismático, muchos cristianos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, han redescubierto Pentecostés como realidad viva y presente en su existencia cotidiana". Estos dos textos nos revelan las dos leyes que gobiernan la vida de los ciudadanos bautizados por el Espíritu Santo en el Reino de Dios: 1. Dar a conocer y hacer que toda creatura ame y viva en y por el Espíritu Santo; 2. Hacer que Pentecostés sea una realidad cotidiana siempre actual y fresca. La Cultura de Pentecostés componente de nuestra identidad,
es lo que deseamos compartir en completa libertad con la Iglesia y el
mundo, no para que todos sean llamados y reconocidos como
"carismáticos", sino para que en nuestros tiempos se siga actualizando
la gracia de Pentecostés, dejándonos mover y guiar bajo el suave soplo
del Espíritu de Dios, tal como sucedía en los tiempos apostólicos, y
esto debe y puede suceder hoy en el lugar que estamos ocupando en el
mundo y en la Iglesia. La Cultura de Pentecostés
de la Renovación Católica Carismática no significa que todas las
personas e instituciones deban adscribirse a esta corriente o
movimiento, lo que realmente se pretende es que
todos nos reconozcamos como templos vivos del Espíritu Santo y que
vivamos en coherencia con esta conciencia, esto es lo fundamental pues
lo demás llegará por añadidura.
*. El Papa Benedicto XVI, el 26 de Mayo de este año 2012, reconoció
el papel protagónico que la Renovación Carismática Católica ha tenido
durante estos 45 años de su fundación, en la conformación y
solidificación de la Cultura de Pentecostés. Al respecto, les decía a los carismáticos de Italia que celebraban sus 40 años lo siguiente: “Vuestra
obra apostólica ha contribuido así al crecimiento de la vida espiritual
en el tejido eclesial y social italiano mediante caminos de conversión
que han llevado a muchas personas a sanarse en profundidad por el amor
de Dios, y a muchas familias a superar momentos de crisis. En vuestros
grupos no han faltado jóvenes que generosamente han respondido a la
vocación de especial consagración a Dios en el sacerdocio o en la vida
consagrada. Por todo ello os doy gracias a vosotros y al Señor”. También
el papa en esa oportunidad expresó su alegría y satisfacción por el
esfuerzo que la Renovación Carismática ha hecho y esta haciendo por
difundir la “Cultura de Pentecostés”,
y todo ello gracias al testimonio de fe convencido, sincero y creíble,
unido al compromiso de la caridad, que son el polo de atracción para que
las personas lejanas e indiferentes al mensaje del Evangelio puedan
acercarse a la verdad y convertirse al amor misericordioso del Padre
celestial.
*. En
su homilía del Domingo 27 de Mayo del 2012, solemnidad de Pentecostés,
el Papa Benedicto XVI ofrecía entre líneas algunas ideas que pueden
servirnos como el marco general donde ha de encuadrarse la forma y el
impulso que hará posible la instauración de la Cultura de Pentecostés. Nos dice que Pentecostés es la fiesta de la unión, de la comprensión y de la comunicación humana. Todas
la culturas tienes sus propias celebraciones, sus propias fiestas; la
nuestra como renovados es la fiesta de la unión, de la comprensión y de
la comunicación humana; pero para esto hay que pasar de Babel a Pentecostés. El relato de Babel aparece en Gen. 11, 1-9
y una vez preparando una enseñanza que di sobre este texto me pregunté:
¿Por qué razón el Señor habrá frustrado el primer intento del hombre de
formar condominios?; me parecía una buena idea, pero el Espíritu Santo
iluminó mi corazón para que me diera cuenta que no era tan buena la
cosa. Y leyendo la homilía que el Santo Padre meditó en Pentecostés de
este año se afianzó más aquello que en ese tiempo pude predicar. El
santo padre se pregunta ¿qué es Babel? Y el responde lo siguiente: “Babel es un reino (una cultura) en el que los hombres alcanzaron
tanto poder que pensaron que ya no necesitaban hacer referencia a un
Dios lejano, y que eran tan fuertes que podían construir por si mismos
un camino que llevara al cielo para abrir sus puertas y ocupar el lugar
de Dios”. Es el reino de la autosuficiencia, del egoísmo, del poder, del tener y del placer que surge y se impone como cultura de la muerte. Continua diciendo el santo padre, “pero
mientras los hombres estaban trabajando juntos para construir la torre,
improvisadamente se dieron cuenta de que estaban construyendo unos
contra otros. Mientras intentaban ser como Dios, corrían el peligro de
ya no ser ni siquiera hombres, porque habían perdido un elemento
fundamental de las personas: la capacidad de ponerse de acuerdo, de
entenderse y de actuar juntos”. Hermanos
yo me atrevería a decir que algún parecido con la realidad es mera
casualidad, mera coincidencia, porque acaso no es eso lo que estamos
viviendo hoy en nuestra querida Venezuela, donde se esta imponiendo cada
día más el empeño por construir y levantar una Babel, donde unos
cuantos quieren hacerse famosos, quieren ser los protagonistas
sacrificando y dividiendo una población, toda una nación, que ya no se
pone de acuerdo y que ha perdido su tesoro mas valioso: la capacidad de
ponerse de acuerdo, de entenderse y de actuar juntos. Y me pregunto yo, al igual que lo hace el papa en su homilía: en
nuestra querida Venezuela de hoy, ¿ha crecido la capacidad de
entendernos o quizás, paradójicamente, cada vez nos entendemos menos?,
¿no parece insinuarse en los venezolanos un sentido de desconfianza, de
sospecha, de temor recíproco, hasta llegar a ser peligrosos los unos
para los otros?, ¿puede surgir entre nosotros verdadera unidad y
concordia?, ¿puede instaurarse hoy en Venezuela la Cultura de
Pentecostés?.
Y la respuesta es: ¡SI SE PUEDE!!!! con el don del espíritu Santo el
cual nos dará un corazón nuevo y una lengua nueva para dejar ya de
maldecir, de hablar de forma negativa como lo estamos haciendo, de ser
tan fatalistas; es el Espíritu Santo quien nos dará una capacidad nueva de comunicarnos y de ponernos de acuerdo.
*. Como
Iglesia recibimos en este día nacional de oración un fuerte llamado a
la unidad, a la concordia, a la paz como las únicas armas con las cuales
contamos. Y
es el Espíritu Santo quien nos muestra qué somos y cómo debemos de
vivir para ser lo que debemos ser, para ser lugar de la unidad y de la
comunión en la Verdad. Actuar como verdaderos cristianos renovados significa no estar encerrados en nuestro egoísmo, sino orientados al bien común, todos orientados hacia todos buscando el bien de todos, sin distinción de colores o de sabores.
*.Termino esta enseñanza parafraseando el párrafo final del discurso del papa a los renovados de Italia: “Hermano(a)
carismático, no te canses de orar y de alabar a Dios alzando tu mirada
siempre al cielo. Hoy querido hermano(a) sólo es posible instaurar la
cultura de pentecostés allí donde hay hombres y mujeres que sientan la atracción del cielo en sus vida, allí donde la alabanza y la alegría al señor sean un estilo de vida nueva”. Por
todo esto, ¡que viva la Renovación Carismática Católica!, ¡que vivan
los bautizados en el Espíritu!, ¡que vivan los locos de Dios!!!!! Amen.
Padre Ramón Crespo